En un mundo donde 2.500 millones de personas todavía no tienen acceso a instalaciones sanitarias básicas, y en consecuencia más de un millón y medio de niños mueren cada año de enfermedades que podrían prevenirse, la búsqueda de soluciones sustentables a una de las necesidades más antiguas del hombre parece impostergable.
¿Pero cómo se logra? ¿Cuáles son los requerimientos técnicos de esta revolución escatológica?Este no es solamente un asunto humanitario. Es también un desafío de economía pura y dura.
"Naciones Unidas estima que lograr el Objetivo de Desarrollo del Milenio que se refiere a sanidad podría ahorrarnos US$66.000 millones en tiempo, productividad, enfermedades prevenidas y muertes", dice Sanjay Bhatnagar, ejecutivo de WaterHealth International, una organización que provee con centros de tratamiento de aguas a los países en desarrollo."Cada dólar que se gasta en mejorar la sanidad genera nueve veces ese valor en beneficios económicos", agrega.
En pocas palabras, la mano de obra enferma es mano de obra poco productiva. O a más salud, mayor productividad. El problema es que las soluciones conocidas hasta ahora no son viables para mucha gente.
"Naciones Unidas estima que lograr el Objetivo de Desarrollo del Milenio que se refiere a sanidad podría ahorrarnos US$66.000 millones en tiempo, productividad, enfermedades prevenidas y muertes", dice Sanjay Bhatnagar, ejecutivo de WaterHealth International, una organización que provee con centros de tratamiento de aguas a los países en desarrollo."Cada dólar que se gasta en mejorar la sanidad genera nueve veces ese valor en beneficios económicos", agrega.
En pocas palabras, la mano de obra enferma es mano de obra poco productiva. O a más salud, mayor productividad. El problema es que las soluciones conocidas hasta ahora no son viables para mucha gente.
Por el caño
Los inodoros que funcionan con agua corriente han estado en la vuelta desde el tercer milenio antes de Cristo, como muestra la evidencia arqueológica de la civilización del Valle del Indo.Pero los inodoros modernos, que usan cerca de diez veces la cantidad de agua que una persona promedio bebe por día cada vez que se tira de la cadena, son claramente inviables en los países con poca agua o redes de saneamiento.
Por eso los científicos e inventores de las más prestigiosas instituciones tecnológicas del mundo se abocaron en los últimos meses a esta cuestión, poco glamurosa pero vital.El resultado: una serie de soluciones ingeniosas que propusieron al Desafío Reinventando el Inodoro, un concurso de la Fundación Bill & Melinda Gates.
Para las mejores ideas el premio era bien atractivo: unos US$3,2 millones, pero las bases de la competencia eran bastante complicadas. Los diseños tenían que ser higiénicos, sustentables y de operación barata.
Fundamentalmente, los flamantes inodoros debían ser capaces de funcionar sin conexión a las redes de saneamiento, electricidad y agua. E idealmente, además, tenían que ser capaces de reciclar los desechos humanos.
La Fundación acabó premiando con US$100.000 extra al Dr. Michael Hoffman, un profesor de Ciencias Medioambientales e Ingeniería en el Instituto de Tecnología de California (Caltech), por su inodoro que convierte los excrementos en fertilizante y funciona con energía solar.
Por eso los científicos e inventores de las más prestigiosas instituciones tecnológicas del mundo se abocaron en los últimos meses a esta cuestión, poco glamurosa pero vital.El resultado: una serie de soluciones ingeniosas que propusieron al Desafío Reinventando el Inodoro, un concurso de la Fundación Bill & Melinda Gates.
Para las mejores ideas el premio era bien atractivo: unos US$3,2 millones, pero las bases de la competencia eran bastante complicadas. Los diseños tenían que ser higiénicos, sustentables y de operación barata.
Fundamentalmente, los flamantes inodoros debían ser capaces de funcionar sin conexión a las redes de saneamiento, electricidad y agua. E idealmente, además, tenían que ser capaces de reciclar los desechos humanos.
La Fundación acabó premiando con US$100.000 extra al Dr. Michael Hoffman, un profesor de Ciencias Medioambientales e Ingeniería en el Instituto de Tecnología de California (Caltech), por su inodoro que convierte los excrementos en fertilizante y funciona con energía solar.



